Me encanta pensar que cada niño o niña esconde un mundo inmenso en su interior.
Son puros, limpios y con corazones casi más grandes que ellos. Me gusta escucharles, porque siempre tienen algo que aportar que tal vez los adultos ya no conseguimos ver.
Aún no soy madre, todo llega a su debido tiempo, me digo. Sin embargo siempre se me ha caído la baba con los más peques.
Es por eso que me dedico a hacerles aún más felices dentro de casa.
Porque cada niño tiene su necesidad especial, a veces con diagnóstico, a veces no, lo importante es centrarnos en lo que requieren según cada situación.
Son infinitos los beneficios que obtienen cuando en sus casas se les facilitan las cosas.
En algunos casos, tal vez solo necesitan una estancia adaptada a ellos, un cuarto propio, su espacio ordenado como desean o simplemente un jardín exterior donde respirar aire puro.
Por otra parte, hay niños que demandan una vivienda completamente funcional y adaptada porque la movilidad la tienen reducida o les impide desplazarse con comodidad. En estos casos se requiere de una reforma, tal vez ampliando puertas, pasillos… adaptando el baño o cualquier zona que le esté suponiendo un obstáculo dentro de casa.
También me comentan algunos padres y madres que los niños no conocen el peligro, que corren riesgo porque no son conscientes de lo que supone una ventana por ejemplo, son algunos casos de niños diagnosticados con TEA o simplemente niños pequeños que aún no tienen la conciencia. En estos caso el simple hecho de cambiar el tipo de ventana podría hacer que los padres vivan más tranquilos y los niños más seguros.
Todas estas situaciones y muchas más son las que me encuentro en familias a las que les inquieta la vida dentro de casa con sus pequeños.
Es por ello que si cada niño es especial:
¿Por qué no darles toda la comodidad que merecen dentro de casa?